En la realización del diagnóstico asumo la dificultad y variedad de significados, según el contexto, que toma el término en sí. Para determinar una aproximación teórica sobre el diagnóstico social analizaré las definiciones de tres diccionarios: El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española y dos diccionarios de Trabajo Social.
Según la el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, el término, diagnóstico tiene tres acepciones: primera, que se refiere como adjetivo “Perteneciente o relativo a la diagnosis (acción y efecto de diagnosticar)”; la segunda, “Arte o acto de conocer la naturaleza de una enfermedad mediante la observación de sus síntomas y signos”; y Por último, “calificación que da el médico a la enfermedad según los signos que advierte”. Las tres tienen un claro tinte médico en sus contenidos, sobre todo las dos últimas. La segunda hace referencia al término enfermedad y la tercera, de forma directa relaciona la acción de diagnosticar como una actividad médica.
Si consultamos otro diccionario, el de Trabajo Social, escrito por Ander Egg (1995) encontramos la definición de diagnóstico como: “procedimiento por el cual se sistematizan los datos e información sobre la situación problema de una realidad, determinando la naturaleza y magnitud de las necesidades y problemas que afectan a la situación. Hay que establecer una jerarquización y determinar los recursos disponibles” (Ander Egg, 1995, p.) , Es decir, un proceso en el cual tenemos que relacionar, de forma ordenada, las características de un problema detectado, previendo las diferentes situaciones que pudieran surgir y así poder aproximarnos a una intervención óptima.
La tercera definición, más actual, la he extraído del diccionario de Trabajo Social editado por Rafael de Lorenzo, Tomás Fernández y Octavio Vázquez y dice así: “(…) Supone el esfuerzo profesional de aprehender una realidad dinámica al objeto de comprenderla y transformarla (…) la complejidad es una característica, ya que debe atender a muchos factores (…) nos aporta un conocimiento mucho más profundo y una comprensión mayor de la situación-problema en la que el/la trabajador/a debe intervenir” (2012, p. 160). Esta definición se basa en tres puntos clave: esfuerzo, complejidad y conocimiento. Conjugar -y solventar- estos tres puntos de forma rigurosa permitirá obtener mejor información para la implementación de las fases posteriores de la intervención.
Tomando estas tres definiciones, se resalta la importancia del diagnóstico en el proceso de la intervención comunitaria, por tanto, siguiendo a Stephen R. Covey vamos a “establecer primero, lo primero” (1992, p.88), y para ello, es muy difícil establecer acciones comunitarias de Trabajo Social si no tenemos claro cuál es el punto de partida (Fernández y López, 2008). Y el diagnóstico social es ese punto del que debemos partir para afrontar el resto de los pasos del proceso metodológico de intervención social, “conocer para actuar” (Aguilar, 2013, p. 291).
El fin del diagnóstico social es que sea útil para el resto del proyecto. (Aguilar, 2013) Para ello debe reunir cuatro características básicas: En primer lugar, ha de ser completo, conteniendo toda la información que sea necesaria y relevante. En segundo lugar, tiene que ser claro, entendible con un lenguaje objetivo. En tercer lugar, destacar que un diagnóstico social ha de ser preciso, es decir que contenga todo lo necesario y suficiente. Y por último, señalar que el momento en que debe realizarse tiene que ser el oportuno, para poder usarse de forma óptima.
Consciente de la de la complejidad de la realidad social recurro a diferentes técnicas de investigación social haciendo hincapié en aquellas que signifiquen una participación de otras personas. Sé que la realidad es inagotable y cambiante, es en este punto donde afronto, de manera positiva, el reto de extraer la información más útil para la elaboración del diagnóstico social.
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